Hay memorias que con el paso del tiempo
logran borrarse o irse con el viento
pero otras, ajenas y propias
se van diluyendo con la cerveza y vino tinto
tornándose translúcidas u opacas, según sea la intención.
Llega un momento que al retomarlas
no se sabe a ciencia cierta si eran propias
si ese reflejo de un yo pasado fue un sueño, una ilusión.
En medio de la noche oscura y el barullo mundano
tratas brevemente de recordar ese diálogo repetido,
millones de veces pensado, pero ahora cada vez más lejano.
Parece un cuento mal leido, un poema olvidado o esa escena de pelicula
que tanto te había gustado.
Los personajes se tornan cada vez más borrosos, ya ni sabes
si estuviste ahí, si te lo contaron o todo fue parte de una vida
pasada de la que no formaste parte.
Se llega a creer que esos pensamientos son un mal juego del destino
para hacerte pensar que todo eso se ha vivido.
Se ha vivido, sentido, reido, sufrido.
Más solo quedan enseñanzas, y esa sacudida en el pecho que te recuerda que fue real,
que en algún momento esa fue la historia de tu vida y que ya pasó su final.
No hubo aviso del pensamiento, ni planeamiento preciso…fue sólo el destello
de las ilusiones que una vez cultivó como un nido el corazón…
No queda sino que recoger las migajas, barrer los sobrantes y seguir adelante.
Ahí se quedará siempre ese cuento mal contado,
esa letra desafinada,
el poema que no rima,
la mirada mal guardada,
el destello del aroma,
el reflejo de lo oscuro,
el detalle que enamora,
y el dolor que no se pudo.
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