Tomó asiento frente al escritorio impávido de su habitación. El claro destello del atardecer tras el ventanal le bloqueaba la mirada y llamaba la atención intencionado…no quería que diera el paso que tanto le había costado finiquitar.
Se acomodó suavemente cual pluma cayendo sin prisa ni deparo. Agitó las grietas absurdas de su vestido hasta que se rindieron a la estúpida gravedad que ocultaba el clamor de sus piernas, el frío recurrente que le llevaba el temor desde los pensamientos insólitos hasta la punta de los pies.
Una y otra vez agitó sus cabellos como si con eso el tiempo fuera a correr aún mas lento …o al menos una idea nacería del jugueteo del atardecer con su impaciente melancolía. Sus dedos pasaron de su melena a la pluma que se presentaba ante ella como la cruel daga con la que quería dar fin al pensamiento que la carcomía.
Aún así y con la desición tomada, era complicado alimentar el torrente de palabras…todas y ninguna pasaban por su mente, todas y ninguna parecían congruentes…todas y ninguna eran la mejor de las ideas o la peor de las ofensas…
Todas y ninguna…
Todas y ninguna…
Todas y ninguna eran las mejores noches contigo y sin ti. Si pudiera volver a verte no sabría que decir.
Te deseo buena suerte, porque no se me ocurre nada mejor.
Te deseo las alegrías que no pude darte yo…
Te deseo feliz vida, feliz muerte…corazón…
Todas y ninguna, sin duda, la mejor…
Y que cada amanecer celeste no te acuerdes de mi amor, tuyo y mío, y menos de lo que pudo haber sido…
Todas y ninguna, definitivamente no fue nuestra esa vida pasada.
Te deseo esas noches abrigadas que nunca tuvimos, porque el tiempo no nos dejó.
Te deseo los Abriles olvidados, y que antes de invocarme primero te acuerdes de Febrero.
Porque igualmente, sin firma ni remitente, podría tenerte presente…aunque ahora no puedo…
y al final de cuentas Te deseo.